Un lugar del que no quisiera escribir. Pues debería quedármelo en exclusiva, de hecho ya había venido un mes después de su apertura hace un año y no lo desvelé. Uno no descubre a una amante casada y secreta en pleno corazón del gótico barcelonés, aunque presuma de pareja abierta.
Está en una calle sin salida (Carrer de Riudarenes, 7) justo donde debe encontrarse siempre el Paradiso. Que no necesita otra salida que el espacio de entrada en su vientre.
THE Wittmore es un exquisito lugar para tomar cócteles hechos por un argentino notable, Kevin, quien me hizo el mejor Negroni ahumado que he tomado, o cenar y pasar una tarde noche espléndida. Es verdaderamente cool, no solo por el jazz de fondo y ese aire British de elegancia que refuerzan su intimidad.
Es para mí, la mejor réplica barcelonesa del Hotel Costes en el Distrito I de París, justo en una esquina de la Place Vendôme, que me descubrió mi sangre delatada en París, Sarah.
Donde el mobiliario con sofás cómodos, alfombras persas, lámparas y estanterias de libros soberbia de más de cuatro metros de altura, pretende crear la atmósfera perfecta para una reunión de trabajo o de romance. Hay que añadir, que predomina el rojo y el negro dando una sólida escenografía al ambiente.
Aquí estoy con mi amigo Radamés Molina, con más de treinta años de relación y sólida sangre, poniéndonos al día de su estancia por un año en New York, y su ausencia de Barcelona, y la literatura, y nuestras novelas y proyectos comunes de vida, y nuestro dolores y depresiones y nostalgias como no: las mujeres habitables...
Este lugar no tiene alma, tiene un buen concepto y diseño. Me dice la encargada que habrá terraza en abril, y no dudo que será excelente aunque ya tiene buena competencia.
Carrer de Riudarenes, 7, Barcelona
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