Irse, volver. Siempre arrastrando ciudades detrás de uno. Esta vez me fui a Barcelona arrastrando Varsovia.
En las Nubes me siento como en casa. Es el vientre perfecto de donde estoy obligado a salir para volver a la realidad de la tierra.
Adiós Varsovia. Un gusto. Un amor nuevo e húmedo como el río Vístula; tan romántico como aquellos nocturnos que escuché íntegros en el museo Chopin.
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