Muchos jóvenes disidentes cubanos en estos días posteriores a la muerte del poeta Rafael Alcides, muestran con orgullo su relación y defensa de un poeta que se opuso a los Castro en un momento vital de su poética y la existencia de ese país.
Yo a este Alcides, no lo conocí. Yo conocí Alcines en 1989, cuando publicó su libro Y SE VUELVEN Y MUEREN Y SE VUELVE, antes había leído de él "Agradecido como un perro." Fui a su lanzamiento en Letras Cubanas y quedé maravillado de su poesía coloquial que yo detestaba en casi todos los poetas de su generación, -siempre fui y soy Lezamiano hasta la médula- pero Alcides tenía un plus de creatividad que a pesar de carecer del cultismo lezamiano tenía algo muy fascinante que Ernesto Santana y Ramón Fernandez Larrea supieron inculcarme de este poeta que no era de Orígenes.
Gracias a él redescubrí algunos poetas coloquiales de su generación y posterior que jamás me habían interesado. Su texto 'Discurso sobre el dedo gordo del pie,' es realmente iluminador.
Alcides está ligado a mi vida para siempre pues fue suyo, el primer libro que le regalé a la madre de mi hija con quien vivi 19 años. Sus poemas son parte de lo que soy y seré a través de mi hija.
Luego en Barcelona y gracias a otro poeta Ernesto Busto conocí a su mujer, a quien desde el primer segundo comencé a querer. Ella me leía desde Cuba y yo a ella: Regina Coyula. Pero nuestra empatía y su curiosidad por dejarme enseñarle esta ciudad, Barcelona, nos iluminó en una relación ahora virtual pero verdadera.
Toda mi vida ha sido un desastre
del que no me arrepiento.
La falta de niñez me hizo hombre
y el amor me sostiene.
La cárcel, el hambre, todo;
todo eso me ha estado muy bien: las puñaladas en la noche, y el padre desconocido.
Y así de lo que no tuve
nace esto que soy:
bien poca cosa, es verdad,
pero enorme,
agradecido como un perro.
Rafael Alcides nació en 1933. Murió en junio de 2018. Este post es un leve homenaje a sus texto y su viuda.
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