páginas vistas

martes, 25 de junio de 2019

Un retrato de María Teresa Vera según ella misma.


María Teresa Vera e Hierrezuelo


El mejor homenaje que se le ha hecho a María Teresa Vera en los últimos años es ponerle a un canal de música "MTV"; estas siglas esconden, para la música popular cubana, el nombre y los apellidos de una voz y una mujer con olfato para descubrir autores y asumir géneros novedosos —para su época—, como el son. De éste último fue, sin duda, la primera estrella; también la primera gran difusora en Estados Unidos.

Zequeira y María T.V.
Nació un 6 de febrero de 1895, en la calle San Fernando, esquina San José, en el término municipal de Guanajay; unos días después comenzaría la guerra de independencia en Cuba. Su familia tenía de asturianos y negros esclavos, no en balde era mulata. Pero el homenaje a su nacimiento también puede hacerse a partir de sus propias palabras, o de las de gente que la conoció.

Primero un perfil de cómo hablaba, por la musicóloga María Teresa Linares:

"María Teresa cantaba igual que hablaba. Eso ha sido una cosa que muchas personas le han criticado, pero la popularidad de ella estribaba, precisamente, en decir las cosas tal como se dicen cotidianamente. Nunca fue preciosista en la pronunciación ni en la expresión de la voz. Cantaba muy naturalmente, y si al hablar decía mal una palabra, al cantar también".

María Teresa Vera narra así sus comienzos, de 1911 a 1916:

"Hice mi debut en un homenaje que le daban a Arquímides Pous. Luis Llanes me llevó para que actuara en este homenaje, en el Politeama Grande. De allí salí con veinte pesos. Eran los primeros que ganaba en mi vida. Me parecía que tenía un tesoro en la manos. En 1916 comencé a cantar con Rafael Zequeira. Nos dedicábamos especialmente a la canción cubana. Zequeira y yo hicimos más de cinco viajes a los Estados Unidos para completar contratos. Antes de lo ocurrido en el cine Esmeralda, lo había conocido yo en Picota y Merced. Bien acoplados, identificados en nuestra misión artística, enseguida nos popularizamos dentro y fuera de Cuba. Nuestro dúo fue un éxito popular, aunque sea inmodesto decirlo".

Juntos grabaron para las compañías Victor, Columbia y Pathé, infinidad de guarachas, criollas, sones, claves y rumbas. Eran discos de setenta y ocho revoluciones, complaciendo el gusto de la época.

Una sobrina de María Teresa, Rita María, cuenta el final de Zequeira así:

"En 1924 regresaron de un viaje a los Estados Unidos, y él vino enfermo. Zequeira murió en casa de nosotros, al lado de María Teresa. Nos encontrábamos viviendo en Paula Nº 54, entre Habana y Compostela. Después de la muerte de él, ella cantó sola un tiempo".

MTV cuenta una anécdota relativa al autor de Mujer Perjura, Miguel Campanioni, otro de los compositores notables de la música popular cubana. Como al tresero Arsenio Rodríguez y al pianista Frank Emilio, el hecho de ser ciego no le supuso un obstáculo para desarrollar su talento:

"Conocí a Miguelito en los momentos en que su nombradía no era importante (...) Un día le dije al señor Lacalle, técnico de la Victor: Mire, le quiero obsequiar un número, es decir, no le voy a cobrar por grabárselo. Él se sintió complacido y a los pocos minutos estuvo impreso el bolero Mujer perjura. En esa época , las compañías pagaban treinta pesos por el disco grabado, más el dos por ciento para el autor. Yo tenía fe en aquella grabación, pero... cuando llegó a Cuba se convirtió, de la noche a la mañana, en lo que llamamos un hit. Solamente en nuestro país se vendieron veinticinco mil copias. Un triunfo, desde luego, pero no económico. Le correspondía a Miguelito, ciertamente, el dos por ciento de la venta, pero como no había registrado su composición, la compañía se negó a entregarle la ganancia adquirida".

Miguelito García es un compositor y guitarrista que conoció bien a MTV; ella montó números suyos como Ley fatal, y él la acompañó en varios conciertos y giras. Sobre la relación de María Teresa con el son, Miguelito cuenta cómo se decidió a interpretarlo:

"En aquellos momentos había un gran furor con el son. María Teresa me dijo: Yo no soy sonera, pero bueno, podemos hacer unos sones también. ¿Qué compositor de sones te gusta?, le pregunté. Vamos a ver a Ignacio Piñeiro, fue la respuesta. Efectivamente, fuimos a verlo y montamos unos números de él, entre ellos Cosa antigua, En la alta sociedad, Sobre una tumba una rumba y Perfecta. De Rosendo Ruiz, Tápame que tengo frío, Mirada de fuego y Bahílda (...) Ignacio fue quien consiguió a Julio Biart, un señor del interior que tocaba un tres de 'nueve cuerdas'. En aquella época no teníamos bongosero. Ignacio empezó a tocar el contrabajo. El grupo nuestro no tuvo trompeta: era típico. El 24 de diciembre de 1925 lo pasamos nosotros en Nueva York".

Un año después MTV visitó por última vez la ciudad de Nueva York. En el amplio programa dominical del 19 de septiembre de aquel año, fue anunciada como "la champion de las canciones, boleros, sones y rumbas", en el teatro Apollo (Calle 125 entre 7ma. y 8va. avenidas), con su Sexteto Occidente.

En 1933, María Teresa se hizo santo: Oshún. En la letra del santo, Itá le prohibió el canto. Ella, fiel a sus creencias religiosas, dejó de cantar. Luego de vender el grupo a Ignacio Piñeiro, quien le comenzó a llamar Septeto Nacional, estuvo dos años sin interpretar canciones, hasta 1935 (según argumenta muy bien Jorge Calderón en su libro María Teresa Vera, publicado en La Habana en los años ochenta —del que tomo nota para redactar este texto, entre otros materiales).

Justo en el año que comienza nuevamente su carrera, surge la habanera Veinte años, con letra de Nena Nuñez y música de MTV. Canción que sesenta años más tarde sigue en el repertorio habitual de los intérpretes más importantes de nuestra música, como Omara Portuondo.

Sobre esta canción dijo:

"De ese número me pertenece sólo la mitad: la música. No sólo he compuesto Veinte años, habanera que fue popular en 1940. Tengo bambucos, canciones, boleros de corte algo nuevo, con letra de Nena Núñez. Digo algo nuevo, pero siempre conservando mi estilo, pues aunque yo cante o componga canciones nuevas, siempre las someto a mi propio estilo de interpretación: en eso soy conservadora hasta la médula".

1935 fue un año que cambió a María Teresa. En él conoció a Lorenzo Hierrezuelo, y a pesar de que es bastante conocida y difundida esta etapa de su vida, hay que recordar que grabó con éste, para radio Suaritos, más de novecientas canciones en los veintisiete años que cantaron juntos. Un periodista de la época preguntó a MTV si tenía muchas horas al aire en la radio. Esta fue su respuesta: "Sí, bastantes; seis horas, compartidas en las emisoras CMCM, CMCD y CMBB".

Su compositor favorito fue sin duda Manuel Corona, a quien llamaba su maestro. Cuando ella habla de su debut, al comienzo de este texto, y de su primer sueldo, fue precisamente con Mercedes, de Corona, de quien popularizó, primero que nadie, los clásicos Santa Cecilia (su preferida), Aurora, Longina, y otras.

Murió con sesenta y siete años, en 1965, cuando hacía tres años que estaba enferma. Sus últimas presentaciones se remontan a inicios de esta última década. No obstante, su estilo ha sembrado una huella tan honda en la música popular cubana que cuesta trabajo pensar que ya no está cuando se escuchan sus canciones, hoy remasterizadas.


Este texto lo publiqué en febrero del 2002. Encuentroenla red, sección de Música. No tenía blogg





No hay comentarios:

Publicar un comentario