Regresando de Orlando me tocó conducir parte de la costa este de la Florida desde Boca Ratón hasta South Beach, y me sorprendieron los cambios bruscos, entre distritos, en los límites de velocidad, de 30 a 45 millas por hora. Aissa me explicó que cada distrito puede modificar estos límites, es decir, la velocidad es variable, no obstante, conducir con este clima tan cerca del mar en esta época del año me hizo recuperar sensaciones de la memoria casi olvidadas. En Orlando me llamó la atención que los concesionarios de coches (dealers) no ostentaban las características dobles banderas americanas por carro como ocurre en casi todos los de Miami Dade.
Después de reencontrarnos con otros amigos por el Downtown de Miami, frente a la Torre de la Libertad (donde entre otros eventos, velaron a Celia Cruz), en Bayside, un centro comercial pegado al mar que me recordó algún círculo social de las playas de Mariano de La Habana cuando era pequeño. Luego, cumplimos con el ritual de comer en el Versailles, y caminar por la calle 8, coincidiendo con los viernes culturales de cada mes. La comida en Versailles: arroz, frijoles negros, tamales y masas de cerdo fritas, excelente!!! También sus carteles llamaron mi atención: POR FAVOR USAR LAS MESAS SOLO SI ESTA CONSUMIENDO (20 MINUTOS MAX) y SE RUEGA A TODAS LAS PERSONAS QUE VIENEN A CONVERSAR QUE LO HAGAN FUERA DE LA CAFETERIA.
En estos viernes, en muchos locales y espacios de la calle 8 se puede bailar y escuchar música en vivo,
desde el son cubano, el bolero, hasta la rumba, todo siempre a un volumen muy alto como si compitieran entre sí, como en un carnavalito. Todo un espectáculo es Martín Terry quien se lo monta solo con un background muy pegajoso y con mucho swing, similar a los órganos orientales. Pasamos por el parquecito del dominó, protagonista de muchos documentales sobre este lugar, con un boulevard donde se vende mucha nostalgia cubana, aunque casi todo esta calle es pura nostalgia.
Hay varias galerías de arte donde los propios artistas venden sus obras, se puede conversar directamente con ellos, todos con una amabilidad entrañable y una comunicación que me sorprendió muy favorablemente. Como siempre, hubo impactos, la venta de muchas obras de artistas plásticos residentes en Cuba: Kcho, Fabelo, Mendive, por citar solo tres ejemplos, en una ciudad que siempre ha sido acusada de intolerante... si a esto le sumo que ayer tocó un grupo musical de la isla, Gente de Zona, caigo en lo mismo, queda claro quiénes son los intolerantes.
Después de reencontrarnos con otros amigos por el Downtown de Miami, frente a la Torre de la Libertad (donde entre otros eventos, velaron a Celia Cruz), en Bayside, un centro comercial pegado al mar que me recordó algún círculo social de las playas de Mariano de La Habana cuando era pequeño. Luego, cumplimos con el ritual de comer en el Versailles, y caminar por la calle 8, coincidiendo con los viernes culturales de cada mes. La comida en Versailles: arroz, frijoles negros, tamales y masas de cerdo fritas, excelente!!! También sus carteles llamaron mi atención: POR FAVOR USAR LAS MESAS SOLO SI ESTA CONSUMIENDO (20 MINUTOS MAX) y SE RUEGA A TODAS LAS PERSONAS QUE VIENEN A CONVERSAR QUE LO HAGAN FUERA DE LA CAFETERIA.
En estos viernes, en muchos locales y espacios de la calle 8 se puede bailar y escuchar música en vivo,
desde el son cubano, el bolero, hasta la rumba, todo siempre a un volumen muy alto como si compitieran entre sí, como en un carnavalito. Todo un espectáculo es Martín Terry quien se lo monta solo con un background muy pegajoso y con mucho swing, similar a los órganos orientales. Pasamos por el parquecito del dominó, protagonista de muchos documentales sobre este lugar, con un boulevard donde se vende mucha nostalgia cubana, aunque casi todo esta calle es pura nostalgia.
Hay varias galerías de arte donde los propios artistas venden sus obras, se puede conversar directamente con ellos, todos con una amabilidad entrañable y una comunicación que me sorprendió muy favorablemente. Como siempre, hubo impactos, la venta de muchas obras de artistas plásticos residentes en Cuba: Kcho, Fabelo, Mendive, por citar solo tres ejemplos, en una ciudad que siempre ha sido acusada de intolerante... si a esto le sumo que ayer tocó un grupo musical de la isla, Gente de Zona, caigo en lo mismo, queda claro quiénes son los intolerantes.
De los artistas plásticos y obras de arte, me gustó mucho la creatividad y sutileza de los cuadros de los coladores de café de Ramón Unzueta, y la exposición colectiva El paisaje cubano a través del tiempo en la Cuban Art Gallery: Maxoly/Latin Art Core. En esta última, reencontré pintores cubanos clásicos como: Romañach, Escalante, Domingo Ramos, Víctor Manuel, Portocarrero, Mariano…, quienes me trasladaron por un momento a mi vida en Villegas 7, muy cerca del Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana.
En fin, un paseo recomendable, para enmarcar.
A Hansel Garces le gusta esto.
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