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lunes, 11 de julio de 2016

¿Qué estoy enamorado de la tristeza, del blues, de la pérdida? Sí, ¿tienes un problema con eso?

I.

¿Puede qué esté vivo y enamorado de la tristeza; y no le haga ascos a la nostalgia, al blues, y qué?  Me gusta el suicidio de Chet Beker, y casi toda su obra, Elis Regina, Miles Davis, Cartola,  Luna Pena o Perotá de Chingó y Mane Ferret ¿qué?
 
Me gusta, la soledad para escribir. Me gusta el bossa cuando se arrastra intencionadamente hacia el blues, donde aflora un recuerdo, que casi siempre tiene piernas y un rostro de mujer ...
La ausencia llena mi vida para siempre y la destruye. Otros salvan la ausencia por unas piernas o una ciudad, con otros recursos y estilos.
A mí me sigue gustando el mar redondo con nostalgia in blues, y esa piel
en los labios de un recuerdo.


II

Todos somos Elisabeth Bishop cuando escribió El arte...

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
Se pierde algo cada día. Acepta la angustia de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.
(Publicado en el número 128 de El Malpensante)


Versión original
One Art
By Elizabeth Bishop.
The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother’s watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn’t a disaster.
—Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
the art of losing’s not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.
Elizabeth Bishop, “One Art” from The Complete 
Poems 1926-1979. Copyright © 1979, 1983

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