Mis más cercanos saben que mi primer intento como artista fue querer ser pintor. En mi casa en la Habana mi familia aún tiene cuadros míos colgados, más por amor que por talento.
Mi amistad con Carlos Quintana (quien me retrató en una obra), Alejandro López, Tania Bruguera y Nilo Castillo entre otros en los ochenta, no era casual.
Luego, no fui pintor sino escritor, pero reconozco que mi fascinación por la pintura y la suerte que he tenido de viajar por Europa, llegar a París en 1999, y sobre todo viajar mucho por toda la Costa Azual francesa con mi hija y visitar sus museos donde han residido los más grandes pintores del siglo XX me han maravillado los ojos.
Ayer, Marlene Barrios, pareja de Alexander Arrechea, otro ante quien me rendí en 2011 en Art Basel de Miami cuando lo conocí en persona luego de admirarlo a distancia, puso un cuadro de Henry Taylor, alquien que desconocía por completo. Me puse a buscar por esa misma red a traves de su #henrytaylor y me fascinó la visión de su obra.
Por el trazo, el color, los matices. La fuerza de la mirada que imprime a sus lienzos. Los gestos, la forma en que retrata a la gente sentada. Su conciencia de la negritud. Su relecctura de Picasso. O sea, todo me gusta de este pintor, y para colmo, encuentro una foto de él con Arrechea.
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