Porno no es la saliva. Ni hacer el amor con Zaz de fondo o música Indi. Porno tampoco es la humedad en medio de cuatro o seis labios.
Porno es el contorno. El borde de la boca por donde caigo y desaparezco de hambre dulce y a veces culpable.
Porno, es el deseo que escribo sobre tus labios con la molesta complicidad de tu lengua que a veces echo de menos.
Porno, es no besar ese deseo virtual tras un perfil real
Más allá del Atlántico.
Porno siempre es esa ausencia convertida en deseo que estimo. Porno besarte, es un síndrome que no avisa.
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