En febrero de 1927, el joven Salvador Dalí comienza su servicio militar en Figueras. Durante esa primavera alcanza su apogeo la relación con Federico García Lorca, con quien colabora en los decorados y figurines de su obra dramática "Mariana Pineda". Pinta entonces un lienzo fundamental para lograr lo que sería la formulación de su propia estética: "La miel es más dulce que la sangre".
Aparecen los fantasmas eróticos de la adolescencia, desde la forma mutilada de una mujer y la silueta de un burro.
"La miel es más dulce que la sangre" toma su título prestado de una frase de la pescadora, Lidia, que explicaba así el predominio de los afectos amorosos por sobre la voz de la sangre.
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