Gracias a Instagram he descubierto este graffitty que habita en alguna parte del mundo y alguien le hizo una foto.
Yo no sólo son un fan de Jobs, sino que ese ordenador personal que creó y lleva en la mano derecha. Tuve la suerte de usarlo, un modelo similar en 1999, cuando la documentalista y amiga de París, Laetitia Fernandez, me dejó el suyo, idéntico a ese del graffitty con teclado en francés, donde escribí el inicio de mi novela inédita sobre Parìs-Sevilla-Barcelona.
Estuve escribiendo compulsivamente mi impacto sobre París, los más de 15 días que pasé en Burdeos de diciembre de 1999. Donde la lluvia apenas me dejaba salir con la profunda nostalgia de haber abandonado mi país.
He regresado más de diez veces a París en los últimos años, ya con Ipad, que también inventó su cabeza, pero ese modelo está en mi adn.
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